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Los prebióticos son sustancias no digeribles ni absorbibles que pasan a través del sistema digestivo sirviendo de alimento y estimulando el crecimiento de la microflora/microbiota intestinal benigna, principalmente bifidobacterias y lactobacilos, con pretensión de mejorar la salud. Se encuentran en frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos secos, leche y miel. Son carbohidratos complejos, como la fibra y el almidón resistente. Pueden ser polisacáridos no amiláceos (polimeros de fructosa, galactosa, lactosa o xilosa) y oligosacáridos . Administración oral. (Cucalón 2020, Gibson 2017, Corzo 2014)
A fecha de la última actualización no encontramos datos publicados sobre su excreción en leche materna.
Dado que por definición son inabsorbibles (biodisponibilidad oral nula), no representan ningún problema durante la lactancia.
La leche materna y especialemente el calostro contienen oligosacáridos con efecto prebiótico (2 g/L y 14 g/L respectivamente), que son responsables del alto contenido de bifidobacterias presentes en las heces de lactantes amamantados y de la reducción del riesgo de enterocolitis necrotizante en recién nacidos prematuros. (Nolan 2020, Wiciński 2020, Bering 2018, Corzo 2014, Bode 2015 y 2012)
Faltan pruebas definitivas de muchos de sus pretendidos efectos beneficiosos. El uso de prebióticos para mejorar la salud no debe sustitur una alimentación y un estilo de vida saludables. (Gibson 2017)
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La inulina es utilizada también por vía intravenosa como agente de diagnóstico para medir la tasa de filtración glomerular. Se elimina rápidamente por riñón sin metabolizar y su elevado peso molecular impide el paso a leche materna, además de no ser absorbible por el intestino del lactante, por lo que esta indicación es también compatible con la lactancia.