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La radiación ultravioleta (UV) de tipos A y B es parte de la luz solar.
Hay lámparas que también emiten este tipo de radiación con fines cosméticos (camas bronceadoras), para tratar determinadas enfermedades dermatológicas: psoriasis, vitíligo, etc. y, por sus propiedades germicidas, para uso como desinfectante y esterilización de materiales.
Los rayos UV A y UV B provocan envejecimiento prematuro de la piel y el riesgo de cáncer de piel (melanoma) está aumentado en las personas con exposición frecuente y sin protección adecuada. Pero una excesiva protección a la exposición solar en las madres embarazadas y lactantes provoca un déficit de vitamina D en plasma y en leche precisando administrar suplementos de vitamina D oral a los lactantes amamantados para prevenir el raquitismo (Balasubramanian 2008, Jones 2016).
La radiación UV incluso con fines terapéuticos es compatible con la lactancia materna (Beani 2010, Bae 2012).