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Enfermedad autoinmune en la que el propio sistema inmunitario ataca por error a células y tejidos, pudiendo dañar sobre todo las articulaciones, pero también el corazón, la piel, los ojos, los pulmones y las arterias y venas.
Es más frecuente en mujeres que en hombres. La enfermedad suele cursar en forma de brotes con periodos intermedios sin síntomas. El tabaquismo es un factor desencadenante importante.
Alrededor de la mitad de mujeres con artritis reumatoide activa mejoran con el embarazo y la mayoría vuelven a recaer en los primeros meses del postparto dificultándoles el cuidado de su bebé y la lactancia (Bermas 2017 de Jong 2017, Krause 2016, Østensen 2007).
Algunos estudios encontraron más riesgo de recidivas con la lactancia, en especial en primer embarazo (Vieira 2019). Se han encontrado niveles elevados de prolactina en enfermos de artritis reumatoide (Wu 2019)
Se ha encontrado menor riesgo de artritis posterior en mujeres que han amamantado (Orellana 2017, Chen 2015)
Haber sido amamantado disminuye el riesgo de padecer artritis reumatoide (Colebatch 2011, Young 2007, Jacobsson 2003, ).
Autores expertos y sociedades médicas de Reumatología consultadas no contraindican la lactancia sino que abogan por elegir cuidadosamente los fármacos antiinflamatorios e inmunosupresores (Paizis 2019, Anderson 2019, Bermas 2017, de Jong 2017, Krause 2016, Ngian 2016, Götestam-EULAR 2016, Flint 2106, Kavanaugh 2015, Sammaritano 2014, Makol 2011, Weber 2008, Østensen 2009, 2008 y 2007, Needs 1985).
Ibuprofeno, paracetamol, hidroxicloroquina, corticosteroides, ciclosporina, sulfasalazina y metotrexato a dosis de hasta 25 mg semanales son seguras (Thorne 2014).
Entre los anticuerpos monoclonales contra el factor de necrosis tumoral (antiTNF) adalimumab, certolizumab e infliximab son seguros durante la lactancia por no excretarse en leche materna.
No hay datos hasta la fecha para considerar seguros los inhibidores de la quinasa Janus como el Baricitinib y el Tofacitinib (Anderson 2018 y 2016, de Jong 2017).