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El consumo de drogas legales o ilegales es un problema grave de salud para las madres lactantes y sus hijos.
Es común el consumo simultáneo de varias drogas, además de tabaco y alcohol (ABM 2017).
Los adulterantes con los que se mezclan o cortan las drogas son sustancias con riesgos potenciales para la salud de madres y bebés.
Los consumidores de drogas tienen riesgo incrementado de padecer infecciones como VIH, Hepatitis B y C y problemas psiquiátricos.
Las madres con problemas de drogadicción tienen tasas muy bajas de amamantamiento (MacVicar 2018, Cook 2019) .
La mayoría de drogas son liposolubles y/o tienen una constante de disociación ácido-base (pKa) alta, de tipo base, por lo que se excretan en la leche materna y alcanzan mayor concentración en leche que en el plasma de la madre (D'Apolito 2013, Rowe 2013) y son de riesgo para el desarrollo neurológico y somático de los lactantes (ABM 2017, Sachs 2013).
Hay que desarrollar e involucrar a las madres que lactan y consumen drogas en programas de deshabituación para que puedan beneficiarse ellas y sus hijos de los innumerables beneficios de la lactancia (Cook 2019, ABM 2017). Las políticas de salud deben reemplazar a las acciones punitivas legales para afrontar este problema (Jessup 2019).
Las drogas psicotropas de abuso incapacitan a la madre para cuidar de su hijo, poniendo en peligro la vida y salud de ambos (Cook 2019, Eslami 2015, Joya 2011, Moretti 2000).
No se recomienda compartir cama con el bebé si se consumen drogas debido a riesgo incrementado de asfixia o muerte súbita del lactante (UNICEF 2018, 2017, 2014 y 2013, Landa 2012, ABM 2008, UNICEF 2006).
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