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El cobre es un oligoelemento esencial, aunque la deficiencia grave de cobre es rara en humanos. Las necesidades diarias de cobre son de 1.300 mcg para las mujeres en periodo de lactancia. Muchos alimentos contienen cobre: hígado, mariscos, cereales integrales, nueces, semillas, chocolate, champiñones, aguacates, garbanzos... (NIH 2022). El sulfato y el cloruro de cobre se usan en alimentación parenteral para la profilaxis y tratamiento de estados carenciales. El oleato de cobre se ha utilizado tópicamente como insecticida para el tratamiento de la pediculosis. El sulfato de cobre tiene una acción astringente sobre las mucosas. El nitrato de cobre se ha utilizado para la eliminación de verrugas. El cobre tiene un efecto anticonceptivo local en el útero (dispositivos anticonceptivos intrauterinos, DIU).
A fecha de la última actualización no encontramos datos publicados sobre su excreción en leche materna.
Cobre como elemento contaminante:
El naftenato de cobre es un plaguicida e insecticida general y antifúngico tópico en medicina veterinaria. Para las actividades laborales en las que se elaboran y manipulan productos de cobre, es necesario utilizar medidas de protección de los trabajadores. El valor límite tolerado es de 0,2 mg/m³ para el humo y 1 mg/m³ para el polvo y la niebla. Puede ser necesario el uso de equipos de protección individual (guantes, gafas y mascarillas) y ducha y cambio de ropa antes de volver a casa. La lactancia es posible si se cumplen las medidas de seguridad.
El cobre en exceso es hepatotóxico y neurotóxico.
Un consumo moderado de cobre sin sobrepasar los requerimentos diarios es compatible con la lactancia. Los DIUs que liberan cobre en el endometrio no están contraindicados en la lactancia.